¿Por qué el Abuso Infantil dobla el riesgo de sufrir trastornos mentales?

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Los mecanismos psicológicos por los que el abuso infantil sube el riesgo de sufrir psicopatologías.

El abuso infantil engloba una gran variedad de experiencias tanto a nivel físico como psicológico. Sin duda, es una de las vivencias más devastadoras que una persona puede vivir en su infancia y la huella que deja haber vivido algo así afecta a diversos ámbitos de la vida de la persona durante su adolescencia y adultez.

La evidencia científica nos confirma que las personas que han sido víctimas de abuso en su infancia tienen el doble de riesgo de desarrollar trastornos mentales posteriormente. En este artículo explicaremos por qué sucede.

 

El impacto del abuso infantil en el desarrollo cerebral

Vivir determinadas experiencias adversas durante la infancia tiene un grave impacto sobre el desarrollo de las personas. Los abusos pueden clasificarse en diferentes tipos (físico, emocional, sexual, negligencia y abandono), pero todos ellos modelan la forma en que vemos y nos relacionamos con el mundo.

 

La infancia es un periodo crítico a nivel de desarrollo. Esto implica que todo lo que vivimos va a interferir en el crecimiento y el funcionamiento de las estructuras cerebrales. La biología cerebral se ve alterada por el estrés tóxico que genera el hecho de experimentar ciertas situaciones.

Los estudios científicos que han investigado este tipo de situaciones ponen de manifiesto que la abusos en la infancia pueden desencadenar alteraciones en el hipocampo. Esta área cerebral se encarga de aspectos tan importantes como la memoria y el aprendizaje. Por tanto, las personas pueden sufrir dificultades en estos ámbitos.

Otra de las zonas afectadas es la amígdala cerebral. Esta estructura cerebral es la que se encarga de detectar cuando estamos en peligro y mandar las señales para que se activen las respuestas necesarias. Así pues, alteraciones en esta área pueden implicar una mayor propensión a sufrir ansiedad, desregulación del sistema nervioso y estrés postraumático.

Por último, también es importante destacar los hallazgos que señalan una disminución de la actividad en la corteza prefrontal. Esto es importante puesto que esta área cerebral es la encargada de aspectos como la planificación, la toma de decisiones y el autocontrol. Alteraciones en el córtex prefrontal se relacionan con una mayor impulsividad, una menor capacidad de regulación emocional y un mayor riesgo de padecer trastornos del estado de ánimo.

 

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