El dolor emocional es una sensación que vamos a experimentar a lo largo de la vida, nos guste o no, el dolor es inherente a la experiencia humana, su manifestación va a discernir entre una persona y otra, ya que el dolor es el resultado de las emociones experimentadas frente a uno o varios acontecimientos, es importante recordar que éstas emociones también están mediadas por la manera en que percibimos e interpretamos la información que recibimos del entorno, por ello, aunque cada persona tiene una manera particular de sentir y experimentar el dolor es necesario aprender a procesarlo sin quedarnos estancados en el transcurso.
El dolor puede permanecer a lo largo del tiempo, incluso si se ha concluido un proceso de duelo, no obstante, el dolor no necesariamente va a desaparecer, pero si debería disminuir en magnitud, por lo menos en comparación con la intensidad que se experimentó al momento del suceso. Cuando nos empeñamos en traer de vuelta ese dolor y además lo padecemos con el mismo grado de intensidad que cuando ocurrió, entonces estamos transformándolo en sufrimiento.
El sufrimiento a largo plazo es nocivo para la salud física y mental, permitir que las emociones negativas como la ira, la tristeza y/o el miedo predominen nuestro estado emocional durante periodos extendidos de tiempo no nos permitirá hacer frente a los pormenores de la vida, además, vivir en estrés constante nos lleva a comprometer el sistema inmune, haciéndonos mas propensos a las enfermedades.
Está bien permitirnos sentir dolor, es un proceso natural y es válido experimentarlo sin importar los prejuicios, pero también tenemos que aprender a dejar atrás aquello que ya no podemos cambiar. Para poder evolucionar el estado de sufrimiento es necesario aprender a vivir en el aquí y el ahora, permanecer constantemente anclado al daño que sufrimos en el pasado no es compatible con vivir el presente de manera armoniosa y eso, aunque nos sea difícil aceptarlo o percibirlo, es una decisión que esta en nuestro poder tomarla o no.